sábado, 2 de agosto de 2008

Taller de escritura creativa


Este es el resultado del Taller de escritura creativa desarrollado en cabeza de nuestro amigo Nestor Mejia Coley, quien desglosó cada parte de la historia " Gitanerías", para finalmente solicitarles a los talleristas que rescribieran la misma cambiando de tercera a primera persona. Veamos:


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GITANERIAS
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Por Nestor Mejía Coley.

El gitano descubrió en su vagabundaje por el mundo, que el mar rojo no era rojo, que el mar negro era verde, que el mar muerto estaba vivo y que el Danubio no era azul, como creería uno de los grandes maestros de la música clásica. Saber esto a los diecinueve años ya era una proeza, pero más proeza era aún, su habilidad para tejer utopías. Su cabello esponjado y alborotado no muy distinto a su espíritu, lo hacia notar en un pueblo casi mudo, donde la construcción mas grande era el campanario de la iglesia.

En Hungría vendió saxofones, en Indonesia conseguía dragones de cómodo para los circos, en Australia hizo una mediana fortuna comerciando piel de cocodrilo, en Brasil trabajó de ebanista, en Turquía recolectó café y fue mesero en Estambul, en Irán crió cabras, en El Vaticano vendió camándulas, practicó el trueque con indígenas de Panamá, navegó en barcos infectos, recorrió caminos pedregosos y cruzó violentos ríos, pescó en el mar de Galilea, fue fogonero en el tren del fin del mundo y probó el opio en Saigón.

Maldijo el día en que tomó esa embarcación donde todos lo miraban extrañados por su encrespado pelo largo, sus patillas largas y oscuras, su argolla de plata en la oreja izquierda y su camisa negra de bolas blancas. El primer enemigo fue el cura, que sin saber su credo lo excomulgó apenas lo vio; El comandante militar le esculcó su pequeño equipaje incautándole la daga que heredó de su abuelo y lo arrestó cinco días por circular armado en su jurisdicción. No imaginó que en el ocaso de su larga vida aún se encontraría en ese pueblo, sentado en unas ruinas de madera frente a un mar de agua dulce, querido por ese pueblo que en un comienzo lo rechazó. Cambió su nombre gitano de calé por el de Pedro, Pedro Albundia “El Temible´´.


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Resultados del taller
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Yo un hombre no muy agraciado, un poco despeinado, en mi corta vida con tan sólo diecinueve años he conocido y me he dado cuenta de cosas increíbles, cosas tan simples como que el Mar Negro era verde, que el Mar Muerto estaba vivo y que el amor para mi no existe. me rodeaba un lugar y un ambiente un poco tenue y solo, alejado no había grandes lugares que visitar, sólo el campanario de la iglesia, donde todos los habitantes solían llegar a observar.

Tuve viajes inolvidables, estuve en Hungría, Indonesia, Australia, Brasil, Turquía y muchos lugares más, en cada uno de ellos intente ganarme la vida. Caminé lugares inimaginados, visité sitios realmente hermosos, contemple muchas veces el sinónimo de belleza, también el de felicidad.

llegue a un lugar donde para todos, creían que era el más raro, no dudo que por mi apariencia hippie y mi espíritu un poco aventurero fue el que no le agrado al cura, de una me lo eche de enemigo. Llegue a estar en la cárcel por portar una simple daga que había obtenido cuando niño como un regalo de mi abuelo. Nunca imaginé regresar a ese lugar triste y abrumador en el cual perdí tantos días de mi hermosa vida, y que recuperé en mis largos viajes. Hoy estoy aquí, donde no imaginé volver a estar, frente a un mar más triste que el propio pueblo que un día me odio y el cual creo hoy que me quiere.


Hoy decido no seguir siendo yo. Aunque mi nombre gitano es lo que fui, hoy soy Pedro Albundia " El Temible"


Luz Angela Lopez.

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Yo era el gitano que había descubierto en una aventura por el mundo, que el Mar Rojo no era rojo, que el Mar Negro era verde, que el Mar Muerto vivía por siempre y que el Danubio no era azul. Supe esto con mi corta edad, tan solo diecinueve años, era ya una proeza, pero más lo era mi habilidad para tejer mi vida llena de fantasías. Mi cabello esponjado y alborotado, hacía notar también mi personalidad loca y descabellada en un pueblo casi mudo, donde la construcción más grande era el campanario de la iglesia.


En Hungría vendí saxofones, en Indonesia cocinaba para un restaurante en el que su especialidad eran los insectos, en Australia hice una mediana fortuna comerciando piel de cocodrilo, en Brasil trabaje como un pobre y arrastrado ebanista, en Turquía trabajé como recolector de café y en Irán en medio del mounstro desértico como pastor de ovejas. Navegue en barcos infectos, recorrí caminos pedregosos y cruce violentos ríos, pesqué día y noche en el mar de galilea y fui fogonero en el tren del fin del mundo.


Maldije el día en que tome una embarcación donde todos me miraban extraño, por mi cabello largo y encrespado, por mi forma de vestir y por una argolla de plata que llevaba en la oreja izquierda la cual me dieron un grupo de indígenas en el amazonas.

Mi primer enemigo fue el cura, que sin saber mi credo me excomulgo apenas me vio. El comandante militar esculcó mi pequeño equipaje quitándome lo mas valioso para mi, la daga que me regalo mi abuelo, me arrestaron cinco días por circular armado en su jurisdicción. No imaginé que en el ocaso de mi larga vida aún me encontraría en ese pueblo. Era yo el gitano lleno de aventuras, sentado en unas ruinas de madera, frente al horizonte de un mar de agua dulce, querido por ese pueblo que en un comienzo me miraba con rechazo. Cambié mi nombre gitano de Cale por el de Pedro, Pedro Albundia "El temible"


Joseph Herrera Morales.



domingo, 27 de julio de 2008

Taller Literario


Este fin de semana, La Tribu desarrolló su acostumbrado Taller de escritura creativa, en esta oportunidad los talleristas se contaron entre si sus historias de vida y como resultado se escribieron las siguientes narraciones:

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El extraño.

Por Agustín valle Martínez

Cuando lo vimos, no pudimos menos que evocar aquella famosa canción de la época de oro del Rock en español, era él: el extraño de pelo largo.

Parece que su vida comenzó antes de su nacimiento, quizá por allá por el siglo XIII, si se tiene en cuenta su estoicismo aparente y su soledad de monje, sin embargo se declara esclavo de los placeres mundanos, un verdadero epicúreo, aunque combinado con una gran dosis de moral que de seguro lo atormenta en sus días más angustiosos cuando la culpa lo señala por ser lo que es.

Ese es él, un personaje de novela que se empeña en descubrir si la suya en una de esas tragedias griegas o una de esas historias rosas que luego de todas las desventuras terminará con final feliz.

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Julio de 2008.

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LA VENTANA

Por: Edward Torres Ruidiaz.


La había visto pasar tantas veces que podría decirse que se conocían de tiempo atrás. Aunque ni siquiera el nombre le había dado, sabía que adoraba el chococono y que por nada del mundo se perdía la novela de las diez. Y que aunque era el blanco el color que mejor la vestía, era el rojo el que más usaba; de seguro para mimetizar la tristeza de sus ojos que cada quince días, puntualmente, se enrojecían por el llanto.

Debía ser una pena de amor. Así lo delataban la dejadez de sus mejillas y el rojo incendiado de sus labios, propios de los amores reprimidos.

Después ella se sentaba bajo los almendros del parque, a leer sin pasar las hojas, a dormir sin cerrar los ojos y a hablar sin escuchar a las amigas.

Fuera de esos días, sus pasos menudos la transportaban de la tienda a la carnicería y del banco a la droguería. “Buenos días” le decía cuando pasaba a comprar los bollos limpios del desayuno y “buenas tardes” al regresar con los plátanos para el almuerzo y los bollos de plátano para la cena. Eran las únicas tres palabras que de sus labios había escuchado salir.

Pero esa tarde se decidió. Esperó a que llegaran los días del llanto, cuando más abierto estaría el corazón, practicando memoriosamente las palabras y así evitar cualquier error: “como estás” respondería esta vez al “buenos días”. Le diría algo sobre el clima, dependiendo, y después le diría que en sueños ya había contado los lunares de su cuerpo, que eran veintitrés, y que sobre todo le había contado aquel lunar. Le contaría también que la habia hecho protagonista de las canciones que sin decirle le había dedicado, que se despertaba sudando de fiebre por ella y que era el sueño del cual no quisiera despertar jamás. De ahí en adelante, que hablara el corazón.

Así que bajó de la ventana y la esperó.

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Julio 25 de 2008.



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El rechazo de una adolescente


Lo siguiente cuenta sobre una adolescente de 17 años. Su vida era como la de cualquier persona de su edad; a veces se peleba con sus hermanos, con sus padres y con sus vecinos, pues no la entendían.


Aunque ella era muy tranquila y un poco tímida, como toda joven quería salir, conocer y explorar; cada vez que tenía que ir a la biblioteca a hacer tareas no la dejaban. Pensaban que se iba para otro lado. Siempre se encerraba en su cuarto llorando y muy desilusionada por que no le tenían confianza; en su mente rondaban miles de preguntas que a sus padres le parecían muy avanzadas para ella. No tenia amigas, sus hermanos la ignoraban. Su vida era así. Nunca la tomaban en serio, la humillaban y rechazaban.


Aunque estaba sola en su curso era excelente.


Ya cansada de todo decidió irse de su dizque familia. Sola se fue para Bogotá, donde sus tíos. Ella termina sus estudios con planes de universidad. Tiene buena influencia, miles de amigos, tiene una vida feliz y sus padres en la completa pobreza viven ahora. Perdieron una gran joya, no supieron valorarla.

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